En la habitación oscura, con las ventanas cerradas, Reiko y yo nos abrazamos como si fuera lo más natural del mundo y buscamos el cuerpo del otro. Le quité la camisa, los pantalones, la ropa interior.
- He llevado una vida muy curiosa, pero no se me había pasado por la cabeza la posibilidad de que algún día un chico de veinte años me quitara las bragas.
- ¿Prefieres quitártelas tú?
- No, no. Quitámelas tú. Pero estoy arrugada como una pasa, no vayas a llevarte una desilusión.
- A mí me gustan tus arrugas.
- Voy a echarme a llorar - susurró Reiko.La besé por todo el cuerpo y recorrí con la lengua sus arrugas. Envolví con mis manos sus pechos lisos de adolescente. Mordisqueé suavemente sus pezones, puse un dedo en su vagina, cálida, húmeda, que empecé a mover despacio.
- Te equivocas, Watanabe - me dijo Reiko al oído-. Eso también es una arruga.
- ¿Nunca dejas de bromear? - le solté estupefacto.
- Perdona. Estoy asustada. ¡Hace tanto tiempo que no lo hago! Me siento como una chica de diecisiete años a la que hubieran desnudado al ir a visitar a un chico a su habitación.
- Y yo me siento como si estuviera violando a una chica de diecisiete años.
Metí el dedo dentro de aquella "arruga", la besé desde la nuca hasta la oreja, le pellizqué los pezones. Cuando su respiración se aceleró y su garganta empezó a temblar, le separé las delgadas piernas y la penetré despacio.
- Ten cuidado de no dejarme embarazada. Me daría vergüenza, a mi edad.
- Tendré cuidado. Tranquila -dije.
Cuando la penetré hasta el fondo, ella tembló y lanzó un suspiro. Moví el pene despacio mientras acariciaba la espalda; eyaculé de forma tan violenta que no pude contenerme. Aferrado a Reiko, expulsé mi semen dentro de su calidez.
- Lo siento. No he podido aguantarme - me excusé.
- ¡No seas tonto! No hay por qué disculparse - bromeó Reiko dándome unos azotes en el trasero. Siempre que te acuestas con chicas, ¿piensas tanto?
- Sí.
- Conmigo no hace falta. Olvídalo. Eyacula tanto como quieras y cuanto te plazca. ¿Te sientes mejor?.
- Mucho mejor. Por eso no he podido aguantarme.
- No se trata de aguantarse. Está bien así. A mí también me ha gustado mucho.
- Oye, Reiko - dije.
- Dime.
- Tienes que enamorarte de alguien. Eres maravillosa, sería un desperdicio que no lo hicieras.
- Lo tendré en cuenta. ¿Crees que en Asahikawa la gente se enamora?
Al rato volví a introducir dentro de ella mi pene erecto. Debajo de mí, Reiko se retorcía de placer y contenía el aliento. Mientras la abrazaba y movía, despacio y en silencio, el pene dentro de su vagina, hablamos de muchas cosas. Era maravilloso charlar mientras hacíamos el amor. Cuando se reía de mis bromas el temblor de su risa se transmitía a mi pene. Permanecimos largo tiempo abrazados de este modo.
- Es fantástico estar así - dijo Reiko.
- Tampoco esta nada mal moverse - añadí.
- Entonces hazlo.
La alcé asiéndola por las caderas y la penetré hasta el fondo, saboreando aquella sensación hasta que eyaculé.Aquella noche lo hicimos cuatro veces...
Tokio Blues
Haruki Murakami
La lluvia por Rubén García García
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La tarde fría. Sobre la ventana, el vaho exhalado se anuba. Dibujo con la
uña la curva de tu paso… el vaivén de tu cabello. Aclaro mi voz y canto la
canció...
Hace 1 día
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